miércoles, 2 de febrero de 2011

Copán Ruinas: interés científico

La primera visita a Copán con fines de investigación científica, fue la que hizo en abril de 1934 Juan Galindo. Galindo, en realidad, fue un oficial irlandés, cuyo verdadero nombre era John Gallager. Este hombre no era un simple militar, sino un investigador, dotado de amplios conocimientos de historia, geografía, lingüística, antropología, geología, física y matemática. Por esa razón, aunque muchos de sus puntos de vista resultan errados a la luz de los conocimientos actuales, su informe constituyen una verdadera monografía sobre las Ruinas de Copán. Además, mientras lo efectuaba, tuvo el cuidado de enviar numerosas cartas con sus observaciones a varias entidades científicas y periodísticas de Europa y América, lo que ayudó a divulgar el conocimiento sobre las Ruinas en el Mundo Entero.


Cincuenta dolares por Copán


Influido por los relatos de Juan Galindo, el célebre explorador norteamericano John Stephens visitó Copán en 1839.Su venida a Centro América se debió al cumplimiento de una "misión secreta" por parte del Presidente los Estados Unidos, Van Buren. Tanto se entusiasmó por Copán el célebre explorador, que decidió comprar los terrenos donde se hallaban y los cuales pertenecían a Bernardo de Aguilar. Su proyecto era hacer un museo maya en Nueva York con las obras artísticas de Copán o sus copias en yeso. De esta manera lo informa personalmente: "todo el día había yo estado pensando en los títulos de don José María y, envolviéndome en mi manta, sugerí una operación: Comprar Copán! Remover los monumentos de un pasado pueblo de la desolada región en que se encontraban sepultados, exhibirlos en el gran emporio comercial y fundar una institución que fueses el núcleo de una gran museo nacional de antigüedades americanas!
Convencido de la viabilidad de este proyecto, Stephens se puso de acuerdo con el arrendatario Acevedo y compró Copán por cincuenta dólares. Naturalmente, y para suerte de las Ruinas, pues había pensado fragmentar las estelas para poder embarcarlas, la idea no sobrepasó la desbordante imaginación del explorador empresario.

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